La salud del soma
Eres un soma y eres salud. Soma es tu cuerpo que vive todos los días, que experimenta los procesos vitales y los potenciales de la salud.
La vida es la fuerza vital inherente a todos los seres vivos, siempre está en movimiento y evoluciona a favor de la vida misma; creando y apoyando sin tregua (constantemente) procesos que te permiten expresarte de las maneras más óptimas y funcionales.
Todos estos procesos inteligentes que se desarrollan en tu interior son decisiones que toman todos los sistemas corporales que conoces. Sabes que el sistema inmune es el que te protege y es el guardián del estado de tu salud; lo que es posible que ignores es que detrás de ese gran protector, se encuentran el resto de los sistemas, encargados de muchas funciones y tomas de decisiones vitales para tu existencia.
La salud es un estado de balance general (homeostasis) de tu soma. Vistos de manera individual, tus huesos, órganos, tejido conectivo, músculos, glándulas, fluidos, etc., cumplen con funciones específicas propias de cada sistema; de manera colectiva, cada uno contribuye a funciones químico-metabólicas primordiales. Ellos cumplen con la famosa frase “todos para uno y uno para todos”.
Y, ¿qué sostiene y da apoyo a los sistemas, a tu cuerpo?
El movimiento y la consciencia, ser partícipe de esos procesos y apoyarlos de manera presente. Conocer tu cuerpo, conectarte de nuevo a su lenguaje, sus sensaciones y su movimiento. Esta es la salud que los practicantes de somática enseñamos.
El movimiento y el reconocimiento de todo lo que sientes es fundamental para una salud en balance. Todos los sistemas que constituyen tu cuerpo requieren del movimiento para poder llevar a cabo sus funciones. La respiración, circulación, desintoxicación, digestión, metabolización, etc., son procesos que utilizan al movimiento como medio para su realización.
En un cuerpo en el que el movimiento está ausente debido a una vida sedentaria, un traumatismo físico y emocional, o tensión y estrés, tendrá como resultado una disminución de sus funciones. Como mencioné al principio de este texto, la vida buscará maneras de ayudarse a sí misma, pero esta es una medida momentánea, resulta imposible continuar y sostener el estado del potencial de salud sin la participante más importante ¡Tú!
Aquí es donde tu participación es vital, somos seres integrales. ¿A qué se refieren todas las prácticas de autoconocimiento con esta afirmación? A que la tríada mente-cuerpo-emociones necesitan ir de la mano para gozar de una salud óptima.
Un cuerpo que no se mueve se deteriora; una mente que se mueve incesantemente sin saber estar en el presente, enferma; las emociones no expresadas se almacenan en los tejidos, en espera del momento en que sean liberadas.
Cuando eres capaz de escuchar tus sensaciones corporales y tus emociones, la mente está prestando atención; esta conexión siempre está presente cuando aprendes a escucharte. La mayoría de las veces, la respuesta a esa escucha es el movimiento: un suspiro, una respiración profunda, un bostezo, abrir el pecho, estirarte, gritar, saltar, llorar, quedarte quieta; todas son respuestas de movimiento.
Las direcciones de la sangre arterial y venosa, cómo viajan las fuerzas de peso por los huesos, qué caminos recorre la linfa, la ligereza que aporta el líquido cefalorraquídeo, el equilibrio del espacio articular, la trayectoria que recorre una emoción y mucho otros más, son conocimientos que te brindan noticias de ti misma, te proporcionan información que apoya tus respuestas existenciales y da soporte a tu salud.
Es por eso que te invito a moverte en consciencia, con curiosidad, para descubrir qué construye todos esos estados de “bienestar, plenitud, gozo y salud”.
María Vélez